La ética en las organizaciones empresariales: un asunto de los consejeros
El utilitarismo fue durante muchos decenios la escuela predominante del pensamiento económico sobre las opciones morales, pero ahora, en años más recientes, la teoría de los derechos de Nozick y el neocontractualismo de Rawls, han vuelto a proponer el tema de las opciones y los valores como elemento central para la evaluación del comportamiento individual y las organizaciones sociales.
Con la globalización y la superación de los nacionalismos en la esfera económica, han surgido nuevas necesidades y nuevos derechos, y se ha tomado conciencia del papel activo que desempeña la constelación de "partes interesadas", es decir, los diversos sujetos económicamente vinculados a la empresa y capaces de determinar, en función de su propio comportamiento, la actuación de las empresas y las organizaciones colectivas.
La capacidad de gobernar de forma consensuada las relaciones de las unidades organizativas sociales y empresariales se ha convertido en una de las condiciones para garantizar un desarrollo duradero a las empresas y al Estado.
El razonamiento ético adquiere una nueva centralidad ya que se trata de comprender y reconciliar las fuerzas en juego.
De Stefano Zamagni: "Los principios del interés propio y la moralidad mercantil son incompletos como instrumentos de organización social donde los fenómenos de interacción social están masivamente presentes, como es el caso de las economías modernas.
La búsqueda del interés propio si no está apoyada y corregida por instancias éticas mucho más fuertes que las de la honestidad y la confianza deja de asegurar el logro del objetivo de la eficiencia".
La definición de la dimensión ética se convierte no sólo en una elección individual y colectiva, necesaria para el desarrollo de la vida social, sino en un requisito previo para el funcionamiento mismo de la vida productiva.
De Stefano Zamagni: "El efecto más nocivo de la doctrina del interés propio ha sido y es el de hacernos creer que un comportamiento inspirado en valores distintos del interés propio conduce al desastre económico. Lo cual no es así.
Esta toma de conciencia es importante porque puede dar lugar a una pasión por lo que es posible, precisamente por la confianza en las posibilidades de la moralidad para ampliar nuestro horizonte cognitivo y contribuir a ampliar el indispensable espacio común de consenso".
Cuando una pluralidad de sujetos y actores contribuyen a la definición del resultado económico global, tanto a nivel microeconómico de la empresa individual como a nivel macroeconómico de la sociedad en su conjunto, la concertación y la negociación adquieren un valor estratégico y pueden convertirse en un instrumento activo para aumentar la competitividad e inducir comportamientos virtuosos en los diversos sujetos que contribuyen a la definición del rendimiento de un sistema económico.
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El desafío es encontrar un equilibrio entre la eficiencia y la equidad sin dualismo, pero resolviendo el conflicto entre la economía y la política.
Una mayor eficiencia en el Estado y en la política se convierte en un presupuesto de la ética, así como la equidad en la distribución de la riqueza y el bienestar en las relaciones económicas es un presupuesto ético en la economía.
La búsqueda, por lo tanto, del interés colectivo, entendido como un propósito ético que prevalece sobre la maximización utilitaria, es una frontera compleja.
Pero es una elección.
Recuperar entonces la dimensión ética de las elecciones significa en realidad hacer posibles los cambios.
En las empresas, el concepto de ética siempre se ha visto como antagonista del beneficio.
Pero si vamos más allá de este aspecto, queda claro que, precisamente por ser una institución social, la empresa produce valores éticos que influyen en la sociedad en su conjunto.
La sociedad en su conjunto.
La cultura de la empresa determina de manera significativa los resultados de la cuenta de pérdidas y ganancias, ya que los valores presentes en la empresa conducen a las elecciones estratégicas y organizativas que son la base del funcionamiento de la empresa.
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El proceso de creación de valor para el cliente es uno de los temas dominantes en los análisis más recientes de la estrategia de las empresas, entendido como un factor crucial para medir la competitividad.
Sólo las empresas capaces de generar valor para el cliente están en condiciones de abordar con éxito los mercados con una alta tasa de cambio.
Las empresas deben ser capaces de interpretar las señales de cambio en los hábitos de consumo y en las opciones culturales de la sociedad: la creación de valor económico está estrechamente vinculada a la interpretación de los valores éticos.
En general, el tema de la ética en las empresas se resuelve con la definición exclusiva de códigos de conducta deontológicos, a través de los cuales
a través del cual el sistema de normas, a menudo basado en la moralidad, tiene por objeto garantizar la corrección y la transparencia del comportamiento.
Este enfoque es reductor e insuficiente.
De Franco D'Egidio: "Con demasiada frecuencia, la ética en los negocios se concibe como un conjunto de códigos, enfoques y limitaciones que a menudo resultan ser un obstáculo para el comportamiento en lugar de una fuerza motivadora e inspiradora. La ética no es una lista de principios y reglas, sino un conjunto de fuerzas rectoras que hacen que los negocios sean saludables y vitales".
Si reduces la ética en los negocios a un código moral puro, te arriesgas a apelar a los buenos sentimientos sin construir un conjunto de valores compartidos, que es la base de una restauración de la centralidad del hombre sobre la producción.
Jacqueline Russ: "Hay un abismo entre la deontología y la ética, la distancia que separa un número de reglas empíricas y deberes de un metamoral coherente y unificado que se basa en ciertos principios".
El principio de referencia se convierte entonces en la "Persona", a la que se debe prestar atención y consideración en términos de creatividad, habilidades y valores.
Franco D'Egidio: "Ciertamente se puede decir que una empresa está impulsada por los valores si se puede encontrar una convergencia entre un conjunto de valores explicitados por la organización y los valores personales de cada miembro de la organización. Los resultados son los valores compartidos".
Responsabilidad y autonomía son dos palabras clave en torno a las cuales la dirección de la empresa está llamada a reflexionar para articular una cultura corporativa más rica y en sintonía con la realidad actual, capaz de conciliar la lógica de la eficiencia y la búsqueda del beneficio con el diálogo social con el mundo exterior y con la interacción continua con el mundo interior de la empresa.
Por lo tanto, es esencial vincular las aptitudes con la cultura del servicio y la responsabilidad.
Gherardo Colombo: "Hay dos maneras de entender las profesiones y los oficios, sean cuales sean. Hay quienes piensan que su trabajo debe servir también a los demás, y hay quienes creen que debe servir sólo a ellos mismos".
La cultura de servicio, la centralidad del cliente fuera de la empresa y la centralidad de la persona dentro de la empresa asumirán cada vez más el papel de un factor central en el éxito de una organización en los próximos años.
El camino pasa por la fusión de las mejores virtudes de la tradición, es decir, el sentido de pertenencia a la empresa y el orgullo profesional, y las mejores virtudes dictadas por el desarrollo de las modernas culturas de gestión, es decir, la mejora continua, la orientación al cliente, la orientación a la innovación.
Es un largo camino, que requiere persistencia, perseverancia y entrenamiento.
Recorrer este camino éticamente significa, para cada persona que contribuye a la realización de este diseño, asumir conscientemente sus responsabilidades.
Zygmunt Barman: "La responsabilidad moral es la más personal e inalienable de las posesiones humanas, y el más preciado de los derechos humanos. No puede ser liquidado, compartido, entregado, prometido o asegurado en algún lugar.
La responsabilidad moral es incondicional e ilimitada, y se manifiesta en la angustia de no manifestarse lo suficiente.
La responsabilidad moral no busca tranquilizar sobre su derecho a ser o justificar su derecho a no ser.
Existe antes de cualquier garantía y antes de cualquier justificación o absolución".
Gestionar el proceso de cambio en las organizaciones empresariales hacia un sistema de valores compartidos y comportamientos éticos en las relaciones interpersonales y en los negocios es un reto que los Consejeros Corporativos pueden y deben afrontar.
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